TALLERES

domingo, 8 de noviembre de 2015

Feliz Aniversario querido puerto de Talcahuano

Arriba Talcahuano; hoy amaneces mas hermoso, un abrazo para todos nosotros los choreros, los de aqui y los del extranjero Felices 251 años!!...ahí va este regalito...
LA PATA È CAUSEO: MUJER PERENNE
Su figura magra y encorvada alimentaba mis temores y fantasías de niña traviesa que bordeaba los nueve años y estudiaba en la escuela Santa Catalina de la calle David Fuentes. Era ella… mítica…misteriosa…agresiva. Y como no, si cada vez que salíamos por la estrecha puerta hacia la calle con nuestros delantales plisados y almidonados, con el alboroto y bullicio que nos dan los cortos años corríamos para gritarle: ”¡¡¡Pat`e causeo… pat`e causeo!!!” y después huíamos para salvarnos de sus palabrotas y bastonazos que endilgaba a diestra y siniestra. ¿Quién no recuerda, en Talcahuano, a esta mujer delgaducha, casi enclenque cuya ropa era un misterio?, ¿Cuántos refajos y cuantas chalecos llevaría puesto debajo de su inseparable abrigo sujeto por un colorido delantal de grandes bolsillos abultados? completaban su divertido atuendo gastados botines con chiporro, medias gruesas color café y el infaltable bonete envuelto en lo que parecía una gorra de ducha plástica o tal vez una bolsa de similar material desde donde se descolgaban desgreñadas mechas tan blancas como nuestros delantales. La verdad es que nunca pude acercarme lo suficiente para distinguirlo. Creo que en esos tiempos no se conocían las bolsas plásticas que hoy inundan y ahogan. Era como los caracoles, solía cargar a cuestas, por las calles del puerto, pilguas repletas de ropas u otros utensilios. Por sus enrejadas mallas se podía distinguir su carta de presentación como mendiga: trozos de pan duro. Le gustaba pernoctar a la salida de la escuela, las monjitas la “aguachaban” dándole comida desde el internado y ”la pat’e causeo” se paraba horas al pie de la gruta a la entrada de la iglesia Todos los Santos, extasiada, musitando oraciones o llorando ante la virgen. Este escenario nos paralizaba, éramos alumnas de monjas y como tales temíamos “pecar mortalmente” si la interrumpíamos o tal vez porque la imagen que veíamos de la anciana mendiga en íntimo coloquio con la Madre de Jesús, traspasaba nuestro espíritu y nos sobrecogía. Ella, al percatarse de nuestra cercanía enarbolaba su precario bastón persiguiéndonos con agilidad. Se producía la desbandada de varios pares de pies calzados con zapatos colegiales. En nuestra inocencia cruel, jugábamos mejor que con los juegos interactivos que existen en la actualidad en Internet donde se tienen varias vidas. Arriesgábamos el pellejo “en vivo y en directo”. 
Recuerdo sus ojillos ilustres, brillantes como esferas de cristal color cielo, su rostro de tez blanca, anguloso, plasmado de surcos invernales, sus dedos huesudos de experimentada pianista. No sé si tuvo casa donde reposar sus huesos al atardecer o si eran ciertas las historias que comentaban los adultos de esa época: que “la pat’e causeo” provenía de una familia aristocrática y adinerada de este puerto y que al perder a aquel a quien amaba, al príncipe de su corazón había perdido la lucidez. Como sea, “la pat`e causeo” permanece en nuestro imaginario social, todavía hay madres o abuelas que ante una niñita desastrada la llaman “pat`e causeo”. Es parte de nuestra identidad local, del imaginario de nuestro Puerto que hoy cumple 251 años arrebolado en mi corazón comparto estos recuerdos.

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