TALLERES

viernes, 18 de diciembre de 2009

CAMINO A LA CIUDAD




La mujer se arrebujó en su manto escapando del frío. En su cabeza cubierta por un grueso gorro danzaban mil ideas. Llegó con pasos cortitos y rápidos hasta la caseta que daba refugio de la lluvia para esperar el bus. Luego llegaría a la ciudad para encontrarse con ese desconocido que la conquistó por Internet. Recuerda que le mandó una foto, no de ella por supuesto, sino la de su hermana menor. Ahora implacablemente su adorado galán la conocería en persona.
--¡Qué he hecho, qué situación tan terrible!- se dijo en voz alta.
Recuerda vagamente la descripción que hizo de sí misma meses atrás o más bien describió a su hermana, la exitosa, la profesional, liberal, autosuficiente y de muchos amigos.
Un charco frente suyo devolvió la imagen ajada de su figura que día a día se consumía entre las cacerolas y el dormitorio de su madre enferma, postrada hace diez años.
--¡Cielos, por qué me metí en esto! - Pensó contemplando la figura quieta en el agua.
--Apenas soy una débil luz, magra, como un árbol ajado en medio del camino…¡Sí!... yo quisiera ser un naranjo dueño de su territorio y más bien soy la penitencia de lo absurdo, no alcanzo a tener ni la importancia de un anuncio en la carretera. Esta esfinge corpórea no es digna de la contratapa de un libro. En la ciudad llegará la hora de la verdad. Él me verá como soy y eso será el fin de mi sueño.

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