TALLERES

sábado, 5 de julio de 2008

CRONICAS DE MI CIUDAD—LOS CEMENTERIOS SIMBOLICOS



TALCAHUANO CIUDAD-PUERTO tiene su historia enraizada en hechos marinos ya sean alegres, tristes o nostálgicos. Quiero compartir uno que en lo particular me produce honda nostalgia y seguramente para las familias involucradas profunda tristeza, me refiero a los cementerios simbólicos. Los conozco, he caminado en ellos, he visitado sus tumbas vacías y a través de los nombres en sus lápidas he reconstruido historias imaginadas o no. Si bien es cierto en casi todos los puertos pesqueros del mundo ( y he recorrido muchos) hay lápidas en memoria de los hombres que “se hicieron a la mar” , lápidas que no reflejan el dolor de las familias que eternamente esperan en la bahía el ser querido que no regresó, sólo en el puerto de Talcahuano he conocido los cementerios simbólicos que de una u otra forma ayudan a pasar el duelo entre el arrullo del mar, las caracolas, la marcha fúnebre de las gaviotas y las tumbas vacías con una sencilla cruz de madera pintada de blanco custodiadas por firmes e incólumes flores plásticas de colores que testimonian su origen. Estos “camposanto” son “EL CEMENTERIO LAS CRUCES” que originalmente estaba enclavado en la cúspide del acantilado que bordea Monte Redondo en la bahía de San Vicente, desde este precipicio rodeado de la vegetación mas hermosa y que hasta Talcahueñu debió caminar ,se podía observar la majestuosidad del ancho mar como testimonio veraz de que el siniestrado hombre de mar no había sucumbido ante pequeñeces, más bien ante un gigante rugidor, apaleador de rocas , pero generoso como el vientre materno que lo arrulla hasta la eternidad. El progreso y urbanismo de mi tierra lo ha empujado cada vez más hacia el acantilado pero él aferrado al monte, se alarga hacia el mar en esa prolongación invisible de tumbas vacías. El otro cementerio simbólico esta entre los montes escarpados de LA PENÍNSULA DE TUMBES, un poco alejado de las casas. Se hace silente refugio de las penas de los “tumbinos” que lloran a los idos frente a un túmulo engarzado de lustrosas cerámicas, donde por lo general se empotra una foto del difunto o la leyenda que refleje el dolor de los que quedan en tierra firme. Al leer las inscripciones se aprieta el corazón porque casi siempre se repiten los apellidos, hermanos, padres e hijos, esposos y padres, esposos e hijos. Al recordarlo se plasma en mi imaginación la figura de una mujer arropada, sola , mecida y agrietada por el viento frente a un nicho, ya sin lagrimas, mirando al horizonte con una mano haciendo visera a sus ojos y la otra sujetando la mano de un niño pequeño que aún espera el regreso de su padre y su abuelo. El otro cementerio simbólico que conozco es el de CALETA EL SOLDADO que parece un púlpito de catedral pues esta ubicado en un pequeño monte que se adentra en el mar y sus humildes cruces blancas se confunden con gaviotas que quieren alzar el vuelo hacia la inmensidad, sus tumbas vacías custodian el villorrio, el acceso es de difícil alcance tal vez para anunciar que los cuerpos amados nunca volverán a pisar tierra firme, prefieren como última morada la espuma salina que los vio nacer, crecer y morir. Loa cementerios simbólicos con sus bóvedas vacías son como los faluchos en la bahía, como las calles de adoquines, como las áreas verdes, como la plazoleta MARIA ISABEL, son parte de la identidad cultural de mi CIUDAD-PUERTO.


Maria Cristina Ogalde

Talcahuano, a horas de haber comenzado el invierno.

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