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viernes, 15 de febrero de 2008

Manifesto Antropófago



Historia

El Manifiesto Antropófago, escrito por Oswald de Andrade (1890-1954), es publicado en mayo de 1928 en el primer número de la recién-fundada Revista de Antropofagia, vehículo de difusión del movimiento antropofágico brasileño. En su lenguaje metafórico lleno de aforismos poéticos repletos de humor, el Manifiesto se convierte en el eje teórico de ese movimiento que quiere repensar la cuestión de la dependencia cultural en Brasil.

Son incontables las influencias teóricas identificadas en el Manifiesto: el pensamiento revolucionario de Karl Marx (1818-1883); el descubrimiento del inconsciente por la psicoanálisis y el estudio Tótem y Tabú, de Sigmund Freud (1856-1939); la liberación del elemento primitivo en el hombre, propuesta por algunos escritores de la corriente surrealista, como André Breton (1896-1966); el Manifeste Cannibale escrito por Francis Picabia (1879-1953) en 1920; las cuestiones en torno de lo salvaje discutidas por los filósofos Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) y Michel de Montaigne (1533-1592); y la idea de barbarie técnica de Hermann keyserling (1880-1946). Cruzadas, esas influencias ganan, a través de la pluma de Oswald de Andrade, vida nueva al reunirse bajo la rúbrica de un concepto también inédito y con raíces en la historia de la civilización brasileña: antropofagia o canibalismo. Ápice del primer tiempo modernista, inaugurado oficialmente con la Semana de Arte Moderno de 1922, la etapa antropofágica realza la contradicción violenta entre dos culturas: la primitiva (amerindia y africana) y la latina (de herencia cultural europea), que forman la base de la cultura brasileña, mediante la transformación del elemento salvaje en instrumento agresivo.

No se trata más que de un proceso de asimilación armoniosa y espontánea entre los dos polos, como predicaba el autor, de cierta manera, en el Manifesto da Poesia Pau-Brasil [Manifiesto de la Poesía Palo Brasil] de 1924. Ahora, el primitivismo aparece como signo de deglución crítica del otro, el moderno y civilizado: "Tupy, or not tupy that is the question. (...) Sólo me interesa lo que no es mío. Ley del hombre. Ley del antropófago".1 En ese sentido, el mito, que es irracional, sirve tanto para criticar la historia de Brasil y las consecuencias de su pasado colonial, como para establecer un horizonte utópico, en el que el matriarcado de la comunidad primitiva sustituye el sistema burgués patriarcal: "Contra la realidad social, vestida y opresora, registrada por Freud - la realidad sin complejos, sin locura, sin prostituciones y sin penitenciarías del matriarcado de Pindorama".2

Sin embargo, se nota que no se trata de oponerse pura y simplemente a la civilización moderna industrial, sino que Oswald cree que hay algunos beneficios proporcionados por ella, que hacen con que sean posibles formas primitivas de existencia. De otro lado, solamente el pensamiento antropofágico es capaz de distinguir los elementos positivos de esa civilización, eliminando lo que no interesa y promoviendo, por fin, la "Revolução Caraíba" [Revolución del Hombre Blanco] y su nuevo hombre "bárbaro tecnificado": "La edad de oro anunciada por la América. La edad de oro. Y todas las girls". Mediante la oposición de emblemas culturales y símbolos míticos, el autor recuenta de manera metafórica la historia de Brasil: Padre Vieira, Anchieta, la Madre de los Gracos, la corte de D. João VI, la Moral de la Cigüeña surgen al lado de la potencia mítica de Jabuti, Guaraci, Jaci y de la Cobra Grande [Figuras de la Mitología Indígena Brasileña]. En la nueva imagen forjada, el pasado pre-cabralino [relativo al periodo anterior al navegador portugués Pedro Alvares Cabral] se empareja con las utopías vanguardistas, pues "ya teníamos el comunismo. Ya teníamos la lengua surrealista" en nuestra edad de oro.

Como el autor observa, en un posterior testimonio, la antropofagia fue un "lancinante divisor de aguas" en el modernismo brasileño. No sólo a causa del acto de concienciación que significa el "descenso antropofágico" - el desplazamiento del objeto estético, todavía predominante en la fase palo brasil, hacia discusiones relacionadas con el sujeto social y colectivo - como también por las opiniones divergentes que genera y que son causa de futuros desentendimientos entre los modernistas. Sin lugar a dudas, el carácter asistemático y el estilo telegráfico utilizados por el escritor para dar forma a su ideario antropofágico, contribuyen de cierta manera a una serie de malentendidos. Sin embargo, la multiplicidad de interpretaciones proporcionada por la yuxtaposición de imágenes y conceptos es coherente con la aversión de Oswald de Andrade al discurso lógico-lineal heredado de la colonización europea. Su trayectoria artística indica que hay coherencia en la locura antropofágica - y que se siente en su no-sentido.


Notas

1 Las menciones sin indicación son retiradas del Manifesto Antropófago [Manifiesto Antropófago].

2 Pindorama: nombre de Brasil en la lengua indígena, el nheengatu.

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